martes, 26 de mayo de 2015

2:21 a.m.

Quemas tanto, que
cuando te hago poesía
me arden las manos.

Evaporas el alcohol del vodka,
me consumes el cigarro antes de poder
darle una calada, derrites
mi helado de vainilla y
nueces de macadamia.

Capullo, me calientas más que
el abrigo de un militar soviético.

Por tu culpa me estoy tornando
Chinaski -a falta de
la promiscuidad-.

Si me quitas el sueño,
al menos no me evapores
el café.

Me compraste un billete de
ida y vuelta por cien otoños
mientras te encargabas de
derretirme el invierno.

Ando desorientada, a tientas
entre dunas y oasis
imaginarios, buscándote,
pidiendo a gritos ahogados
que me deshidrates un
poquito más. Me faltas
tú entre todos mis
espejismos.

Eres fuego, pero aún
quemándome te hago poesía.
Y cuando te hago poesía me vuelvo
                              arte en cenizas.

                                                                       11-03-15                               2:21 a.m.


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