sábado, 13 de septiembre de 2014

1:29 a.m.

Hagamos del caos nuestro orden,
y del desorden nuestra ley;
creemos una caótica perfección
desde la imperfección divina.

No creo en medias naranjas,
yo soy mi naranja entera.
Pero con una sola naranja no se hace un zumo,
y esta fruta la prefiero bebida.

Hagamos temblar los cimientos del estereotipo
con una obediente desobediencia
que no obedezca más dogmas que
los del instinto incontrolable.

No te quiero.
No quiero que seas mío.
Quiero que seas tuyo. Te quiero tuyo.

No quiero que me quieras.
No quiero ser tuya.
Quiero ser mía. Me quiero mía.

No obstante, sí quiero.
Quiero que en nuestros encuentros
nosotros seamos, que nos hagamos,
nuestros.

                                                                        13-09-14                     1:29 a.m.







domingo, 16 de febrero de 2014

1:43 a.m.

Cierro los ojos, y observo la clara
oscuridad. Me empapo
del agua de los tiempos pasados,
imagino que tus manos
acarician mi pelo una
vez más.

Cierro los ojos y bebo otro trago de cerveza
que, más que a cerveza, sabe a recuerdo,
tu recuerdo.
Malta de añoranza, espuma de
nostalgia, y ese alcohol que no cura
pero alivia el escozor de tu no presencia.

Cierro los ojos, y se me escapa una lágrima,
y luego otra. Pero no las seco,
las dejo recorrer mi piel, pues
¿quién soy yo, triste
libro sin hojas, para impedir que fluyan las
cascadas del alma?

Cierro los ojos, y dejo que me invada la
melancolía. Que llegue a cada rincón de
mi ser, como esa sangre que
recorre mis arterias.
Duele, pero complace.
Daña, pero sana.
Escuece, pero cura.

Cierro los ojos, y te veo. Te siento
cercano, casi puedo tocarte. Acariciar tu
pelo, besar tu frente, acurrucarme en
tu regazo. ¿Quién dijo que
no es posible mirar con los
ojos cerrados?

                                                                                            16-02-14                   1:43 a.m.



domingo, 19 de enero de 2014

08-01-14.

Me sacaste del infierno
para arrojarme otra vez.
Tan blanca es ya mi tez
como el norte en invierno.

Las cuchillas del desconsuelo
desgarran mi alma encogida.
Mi piel sangra, herida,
mi cuerpo yace en el suelo.

Que el único alcohol que no duele
ya no hace efecto, ya no cura.
Que el principal sostén de mi cordura
marchó. A traición huele.

Mi mente, caótica y dolida,
busca a tu ida una explicación.
Mas ya no hay solución.
Esta batalla está perdida.

Agarrando la espada con enfado
y con el corazón en un puño, aún lucho.
Mas mi lucha no sirve ya de mucho,
por la espalda me han acertado.

Las lágrimas ya consumen este fuego
que ardía manteniéndome con vida.
Ya acaba mi agonía, alma corrompida.
No te dejó despedirte el ego.