miércoles, 23 de noviembre de 2016

Da capo

Somos lo bonito de la descoordinación.
Somos dos dos calcetines grises sobre el parqué
    intentando seguir el ritmo de Michel Camilo.
Somos la risa y el llanto de un bipolar,
    piel con piel y en el quinto pino.
Somos los dos tonos que separan las cuerdas de mi y si en una guitarra
    (hay quien nos pregunta dónde está el semitono que nos falta;
                            como si nos faltara algo).
Somos la única tostada de Murphy que no cayó por el lado de la mantequilla.
Somos la excepción;
    la hoja que cae del árbol perenne,
        la que perdura en el caducifolio.
Somos los canarios de Schrödinger; nadie sabe que llegamos a existir,
    el maldito gato acaparaba toda su atención y acabamos muertos de sed.
                        (¿O vivos?)
Somos el día antes de echar el polvo de nuestra vida,
    ese día que querríamos hacer eterno.
Somos la tensión que atraviesa las arterias de quien escucha música atonal,
                    la decadencia de la cadencia que nunca resuelve.
Somos el final de Whiplash,
    somos las baquetas llenas de sangre,
        somos un orgasmo de diez minutos.
Somos esa
    maldita escalera
        que nunca acabas
            de bajar por completo,
                la que te lleva de nuevo
                    al principio una y otra vez.
Te lo dije.

    Sólo unas mil veces más.


Da capo.